Aunque la calidad del aire ambiente en Europa mejoró en diversos aspectos durante las últimas décadas del siglo XX, los niveles actuales de contaminación afectan a la salud pública. Pueden causar enfermedades respiratorias y reducir la esperanza de vida.
Los principales contaminantes son:
Las partículas en suspensión (PM) son todas las partículas suspendidas en el aire (por ejemplo polvo, ceniza, hollín, humo de tabaco, etc.). Las partículas tienen un tamaño y una composición que varían considerablemente, hecho que influye en la manera en que afectan a la salud humana. Las partículas finas y ultrafinas suelen ser especialmente perjudiciales.
Las partículas en suspensión (PM) son todas las partículas suspendidas en el aire (por ejemplo polvo, ceniza, hollín, humo de tabaco, etc.). Las partículas tienen un tamaño y una composición que varían considerablemente, hecho que influye en la manera en que afectan a la salud humana. Las partículas finas y ultrafinas suelen ser especialmente perjudiciales.
El ozono (O3) es un gas que se forma a partir de otros contaminantes. Sus concentraciones son habitualmente bajas en centros urbanos con mucho tráfico y suelen ser mayores en las afueras y en zonas rurales anexas, especialmente en los días soleados de verano. La exposición a este gas afecta sobre todo a los pulmones, pero puede afectar también a los ojos e incrementar la susceptibilidad a los alérgenos respiratorios.
El dióxido de nitrógeno (NO2) es un elemento contaminante del aire que se produce principalmente a causa del tráfico rodado y otros procesos de combustión. Afecta especialmente a la población que vive en las proximidades de vías con mucho tráfico. La exposición al NO2 puede causar una disminución de la función pulmonar, incrementar los problemas respiratorios e influir en la mortalidad o en la evolución de las enfermedades.
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